Así como en Julio de 1989 los argentinos vivimos el fracaso del Estado como herramienta para el logro del bien común de nuestra sociedad, a fines de 2001 experimentamos el temor de nuestro fracaso como Nación. De allí, nuestro deber como ciudadanos de aportar lo que esté a nuestro alcance para que esas tristes horas no vuelvan a repetirse.
El autor considera que muchas de las cosas que deben cambiar se darán desde abajo hacia arriba y por ello la necesidad del debate acerca del municipio. Sin embargo, la consideración del tema debe comenzar a partir de Nuestra Realidad como Nación y del «estado» del Estado de Derecho en la Argentina de Hoy y en especial, la influencia de la emergencia que ha marcado a toda una generación, provocando un deterioro institucional que costará revertir; la concentración del poder a partir del abuso de los decretos de necesidad y urgencia delegados por el Ejecutivo Nacional y precedidos por el clásico «es esto o el abismo», han sido el método más utilizado en ese sentido; la amplitud dada al poder de policía de la emergencia ha permitido avanzar sobre nuestros derechos y libertades como nunca antes. A partir de allí, se ocupa de nuestra Realidad Municipal, de la tan meneada autonomía (abundando en experiencias históricas) y las consecuencias de la Reforma del Estado sobre los gobiernos locales.
El tema del Poder de Policía Municipal no queda fuera de la consideración del autor, como tampoco sus ideas en torno a la Organización Administrativa Municipal, aportando ideas novedosas al respecto y considerando en especial temas como el Gasto Social, la Seguridad Social de los Agentes Municipales y los Recursos Municipales.
La obra apunta así al nuevo rol que les cabe a municipios y comunas con respecto a la sociedad argentina, tanto como consecuencia de la Reforma del Estado iniciada a nivel nacional a mediados de 1989, como producto de las sucesivas crisis que ha atravesado nuestro país y que entre otras cosas han definido un nuevo rol para los gobiernos locales, los cuales no sólo deben atender más necesidades, sino intervenir en temas como la lucha contra la pobreza, la marginalidad, la educación, la cultura y la seguridad, a la vez que liderar los procesos de desarrollo regionales.
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